– ¿Quién me protegerá en mi viaje a California? ¿Quieres que haga el viaje yo sola?

– ¡Pero si he perdido un brazo!

– Es la peor excusa que he oído en mi vida.

Que figure el nombre de Garth Ennis en la portada de un tebeo es mejor que cien reseñas. Mucho se tiene que torcer un guión suyo para que no haya violencia abundante, humor negro, y si la ocasión lo permite, algo bélico. En diferentes proporciones, en ‘Ghost Rider: Reguero de lágrimas‘ está todo esto. Con dibujo de Clayton Crain, es la historia de quizás el primer Motorista Fantasma -en este caso, jinete- que recorrió Estados Unidos. Se publicó originalmente en 2007, y en 2008 llegó a España de la mano de Panini Cómics, dentro de la colección 100% Marvel.

Garth Ennis monta una mezcla entre la leyenda de Sleepy Hollow y un western “de persecución”. Tiene hasta un aire anticipatorio al ‘Django’ de Tarantino. ‘Reguero de lágrimas’ se sitúa en el final de la Guerra de Secesión -conflicto bélico; primer tanto para Ennis-. Travis Parham es un soldado de la Confederación que ve como todo su regimiento cae masacrado por los yankees -violencia a espuertas; segundo tanto para Ennis-. Parham sobrevive de milagro y es recogido por Caleb, un negro que, tras treinta años de trabajo, ha logrado comprar su libertad y la de su familia. Aunque Parham luchaba por el bando esclavista, Caleb le hace un sitio en su casa hasta que acaba la contienda -amistad entre machotes; tercer tanto para Ennis, esto huele a pleno al quince-. Cuando las balas dejan de silbar, el antiguo combatiente parte a probar suerte en el Oeste.

Tiempo después, Parham regresa y descubre que Caleb y su familia fueron masacrados por una banda de malhechores supremacistas. Parham emprenderá una persecución en busca de los culpables. No es el único que busca saldar cuentas. En su camino se cruzará un fantasmagórico jinete con la calavera en llamas ávido de venganza…

Por encima de las obsesiones habituales de Ennis, en ‘Reguero de lágrimas’ lo que manda es el género de terror. Lo hace también en el trabajo de Clayton Crain, cuyo dibujo se pone al servicio de lo que pide la trama. Cuestión de gusto personal,  su estilo semifotográfico, mezclado con el color plagado de efectos de Matt Hollingsworth, me resulta algo cargante.

El tebeo lo tiene todo para que Ennis haga pleno al quince, pero se queda en diez aciertos, a cobrar 6 euros. En ‘Reguero de lágrimas’ el irlandés tira de piloto automático. Se echa en falta una mayor profundidad en los personajes, y sobre todo, más destellos del corrosivo humor del autor de ‘Predicador‘. Es un cómic de rápido consumo con los aditivos suficientes para dejar buen sabor. Además, como no tiene continuidad con el Motorista Fantasma, se puede leer como una serie independiente. Y oye, acertar diez en la quiniela tampoco está tan mal.